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Love in the battlefield-Color

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Listo, esto está listo =7= *aprovechó el tiempo fuera para pintar* Soy un ente del mal >8D así que bueh, hice tmb un fanfic sobre esto ya que me sobre-inspiré ^^ aunque bueno, no puedo quedarme mucho tiempo, hay gente que me observa >A>...at the last; les dejo este fic no sin antes advertir que hay cosas ligeramente feas y...ehm...tomando la historia desde el punto de vista peruano [Que es más trágico que el chileno, al menos en la devastación de la ciudad y cosas al estilo]. Bueh, sin más, el fic que se titula igual que mi dibujo =7=~~ [P.d: Perdonen la falta de chilenismos de parte de Santiago *peruanaplz*]
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Avanzó, lentamente y mirando a todos lados. El panorama era devastador, gran parte de la antes majestuosa cuidad de los reyes estaba destruida. Suspiró, mientras se acomodaba el kepí sobre la cabeza, rogando para que la persona a la que buscaba no estuviera…bueno. No podía esperar mucho de acuerdo con las cosas que había visto a medida que avanzaba en el ya desolado campo de batalla, apuró el paso, mirando ávidamente a todos lados, esperando encontrar al menos una señal, pero sólo oía ruidos desagradables. Apretó los puños, mientras seguía avanzando en todo ese desierto lugar, cubierto de personas que buscaban furtivamente a sus muertos y de soldados que se divertían por la victoria. Su victoria. Oía gemidos de dolor, oía risas fuertes, oía insultos, celebraciones, maldiciones.

Suspiró hondo, tratando de avanzar más rápido entre los escombros. La guerra no le gustaba, detestaba tener que luchar contra alguien…detestaba tener que luchar contra la persona que amaba. Movió la cabeza recordando las órdenes que había recibido, se asustó a medida que daba más pasos adelante. No había rastro de la mujer que buscaba y eso lo preocupaba demasiado.

Solo quería encontrarla y sacarla del infierno en el que estaba refundida, su propia casa, su propio cuerpo. Ahogó un grito, cuando pisó accidentalmente un cadáver. Era de los suyos, y no pudo evitar sentir lástima. Tanto el ejército peruano como el chileno habían sufrido considerables bajas, ¿Cómo se llamaba el lugar que sus pies pisaban en ese momento? Ah sí, lo recordaba vagamente, San Juan o algo así, una pampa, pero no por eso un sitio deshabitado; estaban cerca de Chorrillos que había corrido la misma suerte. La primera batalla fuerte se había dado en ese lugar, lo recordaba muy bien; recordaba que el otro ejército perdió más y que cuando los suyos ganaron…

- ¿No vienes con nosotros a divertirte? –Hipó un hombre de uniforme azul, pero joven movió negativamente la cabeza alejándose, y dejándolo reírse y burlarse de quién sabe qué cosa.

El dolor que tenía en el corazón era grande, muy grande. Dio un suspiro y se llevó una mano al pecho, le dolía tanto, y tenía una vaga idea del motivo. Todo eso lo enfermaba, le hería, su nación no estaba muy acostumbrada a la guerra como los europeos, pero ahora que era su turno, tenía tantas cosas dentro que no podía soltar. Por un momento le hubiera gustado ser un cascarón vacío para no sentir todo eso que lo estaba matando.

Entonces, sucedió. Oyó entre el ruido, un sonido que lo sacó de sus divagaciones, había oído una voz terriblemente familiar. Avanzó, guiándose por sus sentidos, al lugar del que provenían los gritos y lamentaciones, además de una perturbadora risa burlona. Llegó a un lugar un poco apartado del campamento y con sus propios ojos contempló la escena más penosa que había visto en toda su vida. Le rogaba a Dios para que no fuera quién se imaginaba, la persona que gemía desgarradoramente y hacía esfuerzos para liberarse de su captor que la abofeteaba y se reía de ella, que la trataba como si fuera la más baja escoria.

- ¡¡Aléjate de mí basura!! ¡¡ALÉJATE!! ¡¡NO!! –Gritaba la voz femenina y luego oyó un golpe seco y una carcajada, el corazón le empezó a latir aceleradamente. No podía ser cierto, no podía estar pasando, ¡No podía tratarse de ella! No Dios mío, que no fuera ella…

Inseguro de dar el siguiente paso se quedó estático viendo la desgarradora escena. En efecto, se trataba de una violación, la joven que estaba ahí ya no gritaba ni se quejaba, estaba inconsciente, y quien quiera que fuera el que estuviera encima, estaba divirtiéndose de lo lindo con la chica. Casi en el acto, sus ojos se llenaron de cristalinas lágrimas, mientras la sangre subía a su cabeza y empezaba a nublársele la vista y los sentidos por la gran ira que sentía. Todo lo que quería en ese momento, era borrar de su memoria el recuerdo desgarrador de los gritos, de los forcejeos, de ese golpe seco, del rastro de sangre que salía de entre las piernas de la muchacha y la risotada burlona. Su cuerpo lo había llevado delante del soldado que ultrajaba a una agraciada muchacha que vestía un uniforme militar blanco.

-Déjala, ya no se mueve más…-Susurró fríamente, pero al ver que no se hacía oír, pateó con todas su fuerzas la espalda del hombre- ¡¡TE DIJE QUE LA DEJARAS PEDAZO DE MIERDA!!

Dolor, sí. Eso era lo que sentía el receptor de tan fuerte patada; Santiago tomó aire y volvió a propinarle un puntapié que tumbó al suelo al de uniforme azul, que no tenía idea de quién había osado interrumpirlo en su diversión. El menor estaba enfadado, y quizá la palabra no englobaba toda la ira que sentía en ese momento. Maldecía todo, quería matarlo de una maldita vez. Y aunque en sus cabales nunca lo hubiera hecho, a punta de patadas, maldiciones y golpes terminó con la vida de la persona que en pocos minutos se había ganado todo su odio.

Cuando reaccionó, se fijó que estaba embarrado de sangre y que el cuerpo al que agredía no se movía ni un ápice. Tembló de arriba abajo, si bien ya había ido antes a la guerra, no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, sintió miedo de sí mismo por un momento, pero luego suspiró y se sacudió la ropa; no se había fijado que la chica de cabello castaño había presenciado la escena en completo silencio, que sus ojos grises, casi blancos, estaban fijos en él. Se acercó lentamente a verla, ella se había subido ya en pantalón, le hacía las cosas más fáciles, le hubiera dado vergüenza mirarla…en ese estado tan deplorable.

- ¿Tú también vienes a violarme? –Preguntó la chica, mientras su rostro enmarcaba una sonrisa hasta cierto punto, demencial, sufriente. Tenía moretones, raspones y cortes en todo el cuerpo, uno de sus brazos estaba en un ángulo extraño, estaba roto o dislocado seguramente, su ropa estaba desgarrada y tenía varios manchones de sangre y lodo en el uniforme que debería ser blanco inmaculado, la parte baja del cuerpo de la joven estaba temporalmente inutilizable, las heridas eran demasiado para ella.

El castaño se quedó estático un momento al oír esas palabras. Se había infiltrado en el ejército de su padre, vistiendo el uniforme militar de la campaña del día, pero no había contado con eso, no había contado con que ella no lo reconociera a la primera por culpa del terror- ¿No…no me reconoces? –Preguntó suavemente, mientras sus manos temblaban- So…Sof…

-¡¿Cómo sabes mi nombre?! ¡Aléjate de mí saco de basura! –Gritó Lima con todas sus fuerzas, mientras retrocedía como podía, su ligero cuerpo apenas y podía mantener la posición levemente erguida- Ya ganaron esta maldita batalla…-Se interrumpió para escupir sangre, el chico se apresuró a acercarse para ayudarla, pero ella movió la cabeza negativamente dedicándole una fiera mirada-…Ya me trataron como una zorra…ya hicieron lo que les plació conmigo y con mi gente…¡¿Qué más quieren?! –Dicho esto se soltó a llorar, porque quizá eso era lo único que en esos momentos podía hacer. Se sentía impotente de no haber podido hacer nada más que ir a la batalla para perderla deshonrosamente, el chico la tenía en sus brazos, pero la mirada de ella estaba perdida en el vacío- ¿Qué…más quieren…? –Sollozó, mientras golpeaba el suelo con la mano sana y temblaba más que antes.

El chico se quitó el kepí, y dejó entrever un mechón de cabello ingrávido sobre su cabeza, unos hermosos ojos color miel llenos de lágrimas y el rostro de un adolescente que sabía que no debía de estar en ese lugar en esos momentos, los ojos de un niño temeroso que estaban posados dulcemente sobre la desgarrada figura de la chica a la que amaba. Se acercó a la ciudad de los reyes y la abrazó- Todo…todo está bien, Sofi. Dije que vendría, ¿No? V-vine como lo…como lo prometí.

- ¿Santiago? –Preguntó insegura, pero aún con miedo y al dirigir la mirada al rostro del muchacho, se encontró con esa cálida mirada. Sonrió entre lágrimas y cerró los ojos sabiéndose segura en los brazos del chileno, al instante perdió la conciencia. Había pasado demasiado en tan poco tiempo, que era comprensible, completamente comprensible.

El chico se estremeció, pensaba lo peor, pero comprobó aliviado que la chica solo estaba desmayada. Soltó algunas lágrimas, maldiciéndose, maldiciendo a la guerra, maldiciendo las causas de esta. Maldiciendo al ejército peruano y al ejército chileno, a unos por perder y a los otros por hacer desmanes después de ganar. Maldijo los cadáveres que vio, maldijo los impuestos y el salitre, culpables de todas esas desgracias que ahora le tocaban presenciar, maldijo el miedo que sentía, el hecho de que estuviera temblando casi como una gelatina. Sus cálidas lágrimas resbalaban por sus mejillas rojas y caían suavemente en el rostro de la castaña, que aún no abría los ojos, por el débil estado que tenía su cuerpo.

La levantó en sus brazos, mientras avanzaba por la pampa, tenía que llevarla a casa y curarle las heridas. No, definitivamente ella no podía morir hasta que él no le dijera sus sentimientos. Por eso se juró a sí mismo hacer todo lo que estuviera en sus manos para mantenerla con vida durante el transcurso de la sangrienta guerra. Y lo veía venir además, otra línea defensiva en un lugar cercano al que se encontraba ya preparaba todo para una nueva batalla. Miró al cielo oscuro, preguntándose si todo aquello acabaría bien. Preguntándose si algún día Perú y Chile recordarían ese episodio de su historia con una sonrisa nostálgica y una mirada entre hermanos. Preguntándose si ambos pueblos serían capaces de perdonar y olvidar todas las heridas que la guerra del pacífico había dejado en lo más profundo de sus corazones.




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Listo :iconhappynanako: ya cumplí mi misión en esta tierra y siento que puedo morir en en paz (?) *se va por que hay gente que la observa >A>
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IrkenInvaderMaz's avatar
Esto se ve increíble!:clap: ¡Buen trabajo!